lunes, julio 31, 2006

¿Quién es el terrorista? ¡Tú eres el terrorista!



¿Quién es el terrorista?
Yo soy el terrorista.
¿Cómo que yo soy el terrorista
si te has apoderado de mi país?
¿Quién es el terrorista?
¡Tú eres el terrorista!
Te has apoderado de todo lo que tengo, aunque yo vivo en mi propia patria.
Nos estás matando como has matado a nuestros antepasados.

¿Quieres que apele al derecho?
¿A qué cosa?
¡Eres mi testigo, mi abogado, y mi juez!
¡Eres el testigo, la Ley y el Juez!
¡Si eres mi juez!
¡Estoy condenado a muerte!
¿Quieres que seamos la minoría?
¡Para ser la minoría, irnos al cementerio!
¡Terminar con la mayoría en el cementerio!
¡En vuestros sueños!
¡Vuestra ‘democracia’!
En realidad os parecéis más a los nazis!
Vuestros incontables crímenes
¡Por fin vencidos!
¡Confiesa tus crímenes!
¿Eres un atacante suicida?
¡Continuamiente violas el alma de los árabes!
Finalmente tus acciones
han dado a luz a tu niño
Su nombre: Suicida bomba
¿Y entonces lo llamas el terrorista?
Me atacas, pero yo aún te grito
Cuando te recuerdo que eras tú el que que me atacaste
Me silencias y gritas:
“¿No tienen padres para cuidar estos niños?" guardarlos en el país?”
“Dejaste a niños solos pequeños lanzar piedras!”
¡QUÉ!
Debes haberte olvidado que enterraste a nuestros padres debajo de los escombros de nuestros hogares
Y ahora mientras que mi tristeza es tan inmensa

¿Me llamas el terrorista?
¿Quién es el terrorista?
¿Soy el terrorista?
Cómo soy el terrorista
¡Cuando has tomado mi tierra!
¿Quién es el terrorista?
¡Eres el terrorista!

Has tomado a todo lo que posees
mientras yo estoy viviendo en mi patria
¿Porqué terrorista?

Porque mi sangre no está tranquila
¡Está hirviendo!
¿Porque tengo mi patria en mi corazón?
Has asesinado a mis personas amadas
Estoy todo solo ahora
Mis padres expulsados
Pero permaneceré gritar hacia fuera
No estoy contra paz
La paz está contra mí
Va a destruirme
No escuchas nuestras voces
Nos silencias y nos degradas
¿Y quiénes sois vosotros?
¿Y cuándo te inventaste las reglas?
Mira cuánto has asesinado
y cuántos huérfanos has creado
Nuestras madres están gritando
Nuestros padres están en angustiados
Nuestra tierra está desapareciendo
¡Yo te diré lo que eres!
Creciste en la abundancia
Nosotros crecimos en la pobreza
¿Quién creció para en la libertad?
¿Y quién creció para confinado?
Luchamos para nuestra libertad
Pero has hecho de eso un crimen

¡Y, el terrorista me llamas el terrorista!
¿Quién es el terrorista? ...


¿Como debo de inmovilizarme para dejar de ser un terrorista?
Cuando me golpeas
¿Cómo esperas que agradezca ?
¿quién me dañó?
¡Me dices cómo quisieras que me comporte!
Arrodillado con mis manos atadas para arriba
Mis ojos mirando a la tierra
Rodeado por los cuerpos
Casas destruidas
Familias expulsadas
Nuestros niños huerfános

Nuestra libertad encadenada
Oprimes
Matas
Enterramos
Seguiremos siendo pacientes
Suprimiremos nuestro dolor
Es importante que te sientas seguro
Durante un momento te podrás relajar y dejarnos todo el dolor
Ves que nuestra sangre es como la de perros

Cuando los perros mueren les hacen un funeral
Nuestra sangre no es tan tan valiosa como los perros
No - mi sangre tiene valor
Y continuaré defendiéndose aunque
que me llames terrorista

miércoles, julio 26, 2006

EL MITO DEL 10 POR CIENTO

Benjamin Radford*

The Skeptical Inquirer, March-April 1999

Traducción de Alejandro Borgo

Alguien le robó la mayor parte del cerebro y Ud. probablemente no lo sabía. Bueno, no significa exactamente que le hayan quitado el cerebro, pero han decidido que Ud. no lo usa. Se trata del viejo mito, escuchado una y otra vez, que dice que la gente usa sólo el diez por ciento del cerebro. Mientras que para aquellos que repiten ese mito esto proba­blemente sea verdad, los demás felizmente usamos todo el cerebro.

El mito y los medios

Ese remanido supuesto del diez por ciento aparece todo el tiempo. El año pasado, los avisos publicitarios de la revista nacional para la U.S. Satellite Broadcasting mostraban el dibujo de un cerebro. Debajo figuraba la leyenda: “Ud. sólo usa el 11 por ciento de su po­­tencial”. Bien, estuvieron más cerca que el mito del diez por ciento, pero todavía les fal­tó un 89. En julio de 1998, la cadena de televisión ABC emitió unos spots promo­cio­nales del programa The Secret Lives of Men (“Las vidas secretas de los hombres”), para la temporada de otoño. El spot consistía en una propaganda en la que se podía leer, “Los hom­bres sólo usan el diez por ciento del cerebro” ocupando toda la pantalla.

Una de las razones por las cuales este mito ha permanecido, es que ha sido adoptado por vi­den­tes y otros integrantes del mundo paranormal para explicar los poderes parapsí­qui­cos. En más de una ocasión he escuchado a videntes que le dicen a la audiencia “So­la­men­te usamos el 10 por ciento de la mente. Si los científicos no saben lo que hacemos con el 90 por ciento restante, ¡entonces debemos estar usándolo para los poderes parapsí­qui­cos!” En Reason To Believe: A Practical Guide to Psychic Phenomena (Razón para creer: guía práctica para los fenómenos parapsíquicos), el autor Michael Clark menciona a un hombre llamado Craig Karges. Karges cobra un montón de dinero por su programa Intuitive Edge (Al filo de la intuición), el cual está diseñado para desarrollar habilidades parapsíquicas naturales. Clark cita a Karges diciendo: “Normalmente utilizamos sólo del 10 al 20 por ciento de la mente. Piense cuán diferente sería su vida si Ud. pudiera usar ese otro 80 ó 90 por ciento, que conocemos con el nombre de mente subconsciente” (Clark 1997, 56).

También ésta fue la razón que dio Caroline Myss intentando explicar sus poderes intuiti­vos en una sección de Eye to Eye with Bryant Gumbel (Ojo a ojo con Bryant Gumbel, o Frente a frente con Bryant Gumbel), que se emitió en julio de 1998. Myss, que ha escrito li­bros sobre el desarrollo de los “poderes intuitivos”, dijo que todo el mundo tiene dones in­tui­t­i­vos, y lamentó que usáramos tan poquito del potencial de la mente. Para empeorar las cosas, apenas una semana antes, en el mismo programa, se había presentado informa­ción correcta acerca del mito. Entre el programa y la publicidad, aparecía en pantalla un spot con una breve encuesta: ¿Qué porcentaje del cerebro usamos? Las respuestas, tipo multiple-choice (de elección múltiple) iban desde el 10 hasta el 100 por ciento. Apareció la respuesta correcta, lo cual me alegró. Pero si los productores sabían que lo que había di­cho una de las entrevistadas era clara y manifiestamente erróneo, ¿por qué permitieron que saliera al aire? ¿El cerebro derecho no sabe lo que está haciendo el cerebro izquier­do? Tal vez la entrevista a Myss era una repetición, en cuyo caso los productores presu­mi­blemente chequearon los hechos después de que se emitió al aire y sintieron la res­pon­sa­bilidad de corregir el error en la emisión de la semana siguiente. O posiblemente las emi­siones se difundieron en secuencia y los productores simplemente no se preocuparon y emitieron a Myss y a su desinformación de todos modos.

Incluso Uri Geller, quien construyó su carrera tratando de convencer a la gente de que po­día doblar metales con la mente, salió al ruedo con esta perlita. Esto aparece en la in­tro­ducción de su libro Uri Geller’s Mind-Power Book (El libro de los poderes mentales de Uri Geller): “Nuestras mentes son capaces de proezas notables, increíbles, y todavía no las utilizamos en su plenitud. De hecho, la mayoría de nosotros usamos sólo cerca del 10 por ciento del cerebro, con suerte. El otro 90 por ciento está lleno de habilidades y po­tenciales aún no descubiertas, lo cual significa que nuestras mentes operan en forma muy limitada en lugar de funcionar a pleno. Creo que alguna vez tuvimos pleno poder so­bre nuestra mente. Lo hacíamos para sobrevivir, pero a medida que el mundo se sofis­ticó y se hizo más complejo nos olvidamos de muchas habilidades que alguna vez tuvi­mos” (énfasis en el original).

Evidencia en contra del mito del diez por ciento

El argumento que dice que los poderes parapsíquicos provienen de la vasta parte del ce­re­bro no utilizada se basa en la falacia lógica del argumento por ignorancia. En esta fa­la­cia, la falta de pruebas para sostener una posición (o simplemente la falta de infor­ma­ción) se usa para tratar de apoyar una suposición determinada. Aunque fuera cierto que la ma­yor parte del cerebro humano no se usa (lo cual no es cierto), eso de ninguna manera im­plica que haya alguna capacidad extra que pueda darle a la gente poderes parapsí­qui­cos. Esta falacia surge constantemente en las afirmaciones paranormales, y prevalece es­pe­cial­mente entre los partidarios de los OVNI. Por ejemplo: dos personas ven una extraña luz en el cielo. El primero, un creyente en los OVNI, dice, “¡Mira allí! ¿Puedes ex­pli­carme eso?” El escéptico contesta que no, que no puede. El creyente en los OVNI se regocija. “¡Ja! ¡No sabes lo que es, por lo tanto debe tratarse de extraterrestres!” dice, ar­gu­mentando desde la ignorancia.

Lo que sigue son dos de las razones por las cuales el mito del diez por ciento resulta sos­pe­choso. (Para un análisis más extenso y detallado del tema, véase el capítulo de Barry Be­yerstein en el nuevo libro Mind Myths: Exploring Everyday Mysteries of the Mind, 1999 [Mitos de la mente: explorando los misterios cotidianos de la mente]).

1) Las técnicas de investigación por imágenes tales como los PET (Tomografía por emisión de positrones) y la fMRI (resonancia magnética funcional por imágenes) muestran claramente que la mayor parte del cerebro no permanece inactiva. En ver­dad, aunque ciertas funciones menores pueden utilizar sólo una pequeña parte del cerebro en un momento determinado, cualquier conjunto de actividades o pa­tro­nes de pensamiento complejos usarán muchas partes del mismo. Así como una persona no utiliza todos los músculos a la vez, tampoco utilizan todo el cere­bro a la vez. Para ciertas actividades, tales como comer, mirar televisión, o leer The Skeptical Inquirer, usted puede usar unas pocas partes específicas del cere­bro. Sin embargo, en el transcurso del día se utilizarán casi todas las partes del ce­rebro.

2) El mito presupone una localización extrema de las funciones cerebrales. Si las par­­­tes “usadas” o “necesarias” estuvieran dispersas por todo el órgano, esto im­pli­caría que de hecho se necesita gran parte del cerebro. Pero el mito implica que la parte “utilizada” del cerebro es un área discreta, limitada, y la parte “no utili­za­da” es como un apéndice o amígdala, que ocupa espacio pero es esencialmente in­ne­cesaria. Pero si todas esas partes del cerebro no se usan, el hecho de remover o dañar las partes “no usadas” no conllevaría grandes efectos o ni siquiera se no­ta­ría. Sin embargo las personas que han sufrido traumas cerebrales, un infarto, u otro daño cerebral, frecuentemente se encuentran severamente impedidos. ¿Ha es­cuchado Ud. a algún médico decir, “afortunadamente cuando la bala penetró en el cráneo, solamente dañó el 90 por ciento del cerebro, que no usaba”? Por su­pues­to que no.

Variantes del mito del diez por ciento

El mito no es simplemente algo estático o un malentendido. Tiene diversas formas, y su a­daptabilidad le da una vida más prolongada que la que tiene un spam laqueado. En su ver­sión básica el mito afirma que años atrás un científico descubrió que nosotros uti­li­za­mos verdaderamente sólo el 10 por ciento del cerebro. Otra variante se refiere a que sólo el 10 por ciento del cerebro ha sido mapeado, y que esto se malinterpretó mapeado por usado. Antes, Craig Karges había presentado una tercera variante. Ésta dice que, de al­gu­na manera, el cerebro se encuentra ingeniosamente dividido en dos partes: la mente cons­ciente que se usa del 10 al 20 por ciento del tiempo (presumiblemente a plena capa­ci­dad); y la mente subconsciente, en donde el restante 80 ó 90 por ciento del cerebro permanece inutilizado. Esta descripción revela un profundo malentendido de la inves­ti­ga­ción de las funciones cerebrales.

La larga vida del mito se debe en parte a que si una variante resulta incorrecta, la persona que cree en ella puede simplemente cambiar la razón de su creencia y apoyarse en otra ba­se, mientras la creencia misma permanece intacta. Así, por ejemplo, si a un individuo se le muestra un examen PET en donde se observa actividad en todo el cerebro, todavía pue­de seguir argumentando que lo del 90 por ciento se refiere a la mente subconsciente, y por lo tanto la figura del mito queda a salvo.

Independientemente de la variante, el mito se repite y se expande, sea por gente bien in­ten­cionada o por aquellos que mienten deliberadamente. La creencia que permanece es, en­tonces, lo que Robert J. Samuelson denominó un “psico-hecho (psycho-fact), una cre­en­cia que, a pesar de no estar sólidamente basada en los hechos, se toma como real por­que su constante repetición cambia la manera en que experimentamos lo que vivimos”. El lego va a repetirlo una y otra vez hasta que, tal como sucede con la advertencia de no ti­rarse al agua después de comer, termine por convertirse en una creencia ampliamente di­fundida. (“Triumph of the Psycho-Fact”, Newsweek, May 9, 1994.)

Los orígenes del mito no son del todo claros. Beyerstein, del Laboratorio de com­por­ta­miento cerebral de la Universidad Simon Fraser en British Columbia, lo ha rastreado hasta principios del siglo veinte. En una reciente columna de la revista New Scientist tam­bién se sugirieron otras fuentes, incluyendo a Albert Einstein y Dale Carnegie (Brain Drain 1999). Probablemente tenga un sinnúmero de fuentes, principalmente la malin­ter­pre­tación o malentendido de los hallazgos científicos legítimos así como los gurúes de au­to­ayuda.

El más poderoso atractivo del mito es probablemente la idea de que podemos desarrollar po­deres parapsíquicos o al menos lograr ventajas competitivas tales como mejorar la me­mo­ria y la concentración. Todo esto se encuentra a nuestra disposición, como dicen los avi­sos, si aprovechamos el más poderoso de nuestros órganos, el cerebro.

Ya es tiempo de desechar este mito, aunque si ha sobrevivido casi un siglo, seguramente con­tinuará vivo en el próximo milenio. Quizá la mejor manera de combatirlo sea con­tes­tar a nuestro interlocutor, cuando lo mencione, “Ah, ¿y qué parte no usas?”

*Benjamin Radford es Jefe de Edición de la revista The Skeptical Inquirer y es graduado en psicología

Agradecimientos

Estoy en deuda con el Dr. Barry Beyerstein por sus sugerencias y ayuda en la in­ves­ti­ga­ción.

Referencias

Beyerstein, Barry. 1999. Whence cometh the myth that we only use ten percent of our brains? In Mind-myths: Exploring Everyday Mysteries of the Mind and Brain, edited by Sergio Della Sala. New York: John Wiley and Sons.

Brain Drain. 1999. The Last Word (column). New Scientist 19/26 December 1998-2 January 1999.

Clark, Michael. 1997. Reason to Believe. New York: Avon Books.

Geller, Uri, and Jane Struthers. 1996. Uri Geller’s Mind-power Book. London: Virgin Books.

Fidel Castro critica el "brutal" ataque de Israel

Agencias

El presidente de Cuba, Fidel Castro, dijo que "no tiene sentido esa cosa brutal que ha hecho Israel" en Líbano y en los territorios palestinos, y sobre un eventual ataque contra su país sostuvo que con "basuras" no destruirán su revolución.

"Tú no puedes empezar a bombardear la infraestructura, los puentes, las calles, la electricidad, es la forma de matar mucha gente sin matarla directamente", dijo Castro sobre la ofensiva militar de Israel en una entrevista desde Argentina con la emisora estatal de la televisión venezolana VTV.

"Parecen locos los victimarios, parece que en Israel este señor (el primer ministro Ehud) Olmert es peor que (Ariel) Sharon", su antecesor, agregó Castro, que asiste en la ciudad argentina de Córdoba a la Cumbre del Mercosur como invitado especial. Al referirse a un eventual ataque militar contra su país, remarcó que "tenemos muchos años preparándonos para eso", pero que sus detractores "no tienen manera de destruir la revolución por sus vías demagógicas, sus bloqueos y todas sus basuras". "Como dije un día, casi los únicos que seríamos responsables de que un día se entierre la revolución seríamos nosotros mismos", agregó.

Sobre su presencia en la cumbre y el interés cubano por estrechar relaciones con el Mercosur, manifestó que "Cuba se siente en el Mercosur, en toda la América" y se preguntó si alguien puede impedir que se cumpla el sueño de "una América Latina unida".

Aseguró que debido a la "mucha expectación" que se había creado sobre su presencia en Córdoba, "realmente me sentía obligado en parte" a asistir, pese a que le "resulta muy difícil viajar".

"No es tan fácil, porque han sido casi 45 años de cacería", manifestó, y agregó que en las noticias lo han matado más veces que los intentos reales para acabar con su vida.

"Han tratado de matarme cientos de veces y me han matado miles de veces (...); yo me muero casi todos los días (...), pero eso me divierte mucho, realmente, y me hace sentir más saludable (...); he resucitado muchas veces", agregó.

El último rumor sobre su muerte surgió en Venezuela a inicios de mes, cuando una emisora privada, a través de una de sus comentaristas principales, dijo erróneamente que la Agencia Efe había transmitido una información en ese sentido, aunque posteriormente el medio caraqueño reconoció en antena su error.

Castro cumplirá 80 años el 13 de agosto. "Tengo menos de la décima parte de la edad de Matusalén, pero ahora con Internet tú puedes tener toda la información del mundo en tu casa... En la época de Matusalén no sé si había palomas mensajeras", comentó.

Respecto a cómo vislumbra el día de su muerte, dijo que "si consideras que has cumplido tu deber, si has trabajado, si es buena la obra a la que dedicaste todas las horas y todos los días de tu vida, entonces te invade la tranquilidad".

"Tengo que acostumbrarme que todo el mundo esté hablando de mi muerte, pero no voy a criticar, es un tema que tiene que salir", añadió, y aseguró que ha hecho "el esfuerzo necesario" para que la revolución cubana no sucumbe tras su desaparición física.

"Uno siempre dice que está bien, pero hoy yo puedo decir que me siento muy bien", agregó, y remarcó que "este es un día feliz, hasta incluso cuando veo un revés, me tranquilizo pensando que es pasajero"

www.bebelion.org

La vergüenza de ser estadounidense

Paul Craig Roberts
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens*

¿Sabes que Israel realiza una limpieza étnica en el sur de Líbano? Israel ha ordenado que todos los aldeanos se vayan. Israel luego destruye sus casas y asesina a los aldeanos en fuga. Así no hay nadie que vuelva y nada donde puedan retornar, facilitando que Israel se apodere del territorio, tal como Israel ha estado robando Palestina a los palestinos.

¿Sabes que un tercio de los civiles libaneses asesinados por los ataques de Israel contra barrios residenciales civiles son niños? Es lo que informa Jan Egeland, coordinador de la ayuda de emergencia de la ONU. Dice que es imposible que la ayuda llegue a los heridos y a los que están sepultados en los escombros, porque los ataques aéreos israelíes han destruido todos los puentes y carreteras. Considerando la frecuencia (casi permanente) con la que Israel no da en el blanco cuando se trata de Hezbolá y alcanza objetivos civiles, se podría imaginar que el fuego israelí sea guiado por satélites de EE.UU. y el sistema militar GPS de EE.UU. No te sorprendas si EE.UU. es cómplice. ¿Por qué iba a ser menos malvado el títere que el titiritero?

Pero tú no sabes de estas cosas, porque los medios impresos y televisivos de EE.UU. no informan al respecto.

Porque Bush está tan orgulloso de sí mismo, sabes que ha bloqueado todo esfuerzo por detener la matanza israelí de civiles libaneses. Bush ha dicho “NO” a la ONU. Bush ha dicho “NO” a la Unión Europea. Bush ha dicho “NO” al primer ministro pro-estadounidense de Líbano, Por dos veces. Bush se siente muy orgulloso de su firmeza. Los excesos israelíes lo deleitan y le gustaría poder hacer lo mismo en Iraq.

¿Te convierte en un Estadounidense Orgulloso el que “tu” presidente haya dado a Israel luz verde para arrojar bombas sobre columnas de aldeanos que huyen de los bombardeos israelíes, sobre vecindarios residenciales en la capital libanesa y por todo el país, contra hospitales, centrales eléctricas, fábricas y bodegas de alimentos, puertos, aeropuertos civiles, puentes, carreteras, sobre cada parte de la infraestructura de la que depende la vida civilizada? ¿Eres un Estadounidense Orgulloso? ¿O eres un títere de Israel?

El 20 de julio, “tu” Cámara de Representantes votó por 410 votos contra 8 a favor de los masivos crímenes de guerra de Israel en Líbano. No contentos con convertir a cada estadounidense en un cómplice de los crímenes de guerra, “tus” representantes, según Associated Press, también “condenan a los enemigos del Estado judío.”

¿Quiénes son los “enemigos del Estado judío?

Son los palestinos, cuya tierra ha sido robada por el Estado judío, cuyos hogares y olivares han sido destruidos por el Estado judío, cuyos hijos han sido matados a tiros en las calles por el Estado judío. Son palestinos que han sido amurallados en guetos, que no pueden llegar a sus tierras de cultivo o a la atención sanitaria, o a sus escuelas, que no pueden conducir por carreteras en Palestina que han sido construidas sólo para judíos. Son palestinos, cuyas antiguas ciudades han sido invadidas por colonos sionistas militantes bajo la protección del ejército israelí que golpea y persigue a los palestinos y los expulsa de sus localidades. Son palestinos que no pueden permitir que sus niños salgan de sus casas porque serán asesinados por colonos israelíes.

Los palestinos que enfrentan al mal israelí son llamados “terroristas.” Cuando Bush impuso elecciones libres a Palestina, la gente votó por Hamas. Hamas es la organización que ha hecho frente al Estado judío. Significa, evidentemente, que Hamas es malo, antisemita, anti-estadounidense y terrorista. EE.UU. e Israel reaccionaron cortando todos los fondos al nuevo gobierno. La democracia es sólo permitida si produce los resultados deseados por Bush e Israel.

Los israelíes nunca practican el terror. Sólo los que se oponen a Israel son terroristas.

Otro enemigo del Estado judío es Hezbolá. Hezbolá es una milicia de musulmanes chiíes creada en 1982 cuando Israel invadió Líbano por primera vez. Durante esa invasión el Estado judío, tan moral, organizó el asesinato de refugiados en campos de refugiados. El resultado de las atrocidades de Israel fue Hezbolá, que combatió al ejército israelí, lo derrotó, y lo expulsó, con la cola entre las piernas, fuera de Líbano. Actualmente Hezbolá no sólo defiende el sur de Líbano, sino provee servicios sociales como orfanatos y atención sanitaria.

Para facilitar la caza, los enemigos del Estado judío son todos los países musulmanes que no estén gobernados por un títere estadounidense amigo de Israel. Egipto, Jordania, Arabia Saudí, y los emiratos petroleros se han colocado de parte de Israel contra su propia gente, porque dependen del dinero estadounidense o de la protección estadounidense contra sus propios pueblos. Tarde o temprano, esos gobiernos totalmente corruptos, que no representan al pueblo que gobiernan, serán derrocados. Es sólo cosa de tiempo.

Es muy posible que Bush e Israel no hagan otra cosa que acelerar el proceso en su esfuerzo frenético por derrocar a los gobiernos de Siria e Irán. Ambos gobiernos tienen más apoyo popular que Bush, pero el tarado de la Casa Blanca no lo sabe. El tarado piensa que Siria e Irán serán un “paseo” como Iraq, donde diez orgullosas divisiones del ejército de USA están bloqueadas por unos pocos insurgentes con armas ligeras.

Si todavía sigues siendo un Estadounidense Orgulloso, considera que con tu orgullo no un favor a Israel ni a EE.UU.

El 20 de julio cuando “tu” Cámara de Representantes, después de “tu” Senado de EE.UU., aprobó la resolución de apoyo a los crímenes de guerra de Israel, el grupo de cabildeo más poderoso en Washington, el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), publicó rápidamente un comunicado de prensa en el que proclama: “El pueblo estadounidense da un apoyo abrumador a la “guerra contra el terrorismo [de Israel] y comprende que debemos estar junto a nuestro mejor aliado en este tiempo de crisis.”

La verdad es que Israel creó la crisis al invadir a un país con un gobierno pro-estadounidense. La verdad es que el pueblo estadounidense no apoya los crímenes de guerra de Israel, como dejaron en claro los resultados del sondeo rápido de CNN, mediante llamados a C-Span.

A pesar del sesgo israelí en las noticias suministradas por la “información” de EE.UU., una mayoría de los estadounidenses no aprueba las atrocidades israelíes contra civiles libaneses. Hezbolá está situado en el sur de Líbano. Si Israel está atacando a Hezbolá, ¿por qué caen las bombas israelíes sobre el norte de Líbano? ¿Por qué caen sobre Beirut? ¿Por qué caen sobre aeropuertos civiles? ¿Sobre escuelas y hospitales?

Ahora llegamos al punto principal. Cuando el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. aprueban resoluciones en apoyo a los crímenes de guerra de Israel y condenan a los que resisten a la agresión israelí, el Senado y la Cámara confirman la propaganda de Osama bin Laden de que EE.UU. apoya a Israel contra el mundo árabe y musulmán.

Indudablemente, Israel, con uno de los mayores ingresos per capita del mundo, es el mayor receptor de ayuda exterior de EE.UU. Muchos creen que gran parte de esta “ayuda” vuelve a AIPAC, que la utiliza para elegir a “nuestros” representantes en el Congreso.

Esta percepción no favorece a Israel, cuya población disminuye ya que los más inteligentes prevén lo que sobrevendrá y parten. Israel está rodeado de cientos de millones de musulmanes que son convertidos en enemigos de Israel por las acciones y políticas inhumanas de ese país.

En el mundo musulmán siempre han albergado la esperanza de que EE.UU. intervendría a favor de un compromiso y que haría que Israel comprendiera que no puede robar Palestina y convertir a todos los palestinos en refugiados.

Fue la esperanza del mundo árabe. Por eso no han derrocado a nuestros títeres. Gracias a esta esperanza EE.UU. sigue gozando de un cierto prestigio en el mundo árabe.

La resolución de la Cámara de Representante, comprada y pagada con el dinero de AIPAC, es el último clavo en el ataúd del prestigio estadounidense en Oriente Próximo. Muestra que EE.UU. es, definitivamente, el títere de Israel, como dice Osama bin Laden, y como cree la mayoría de los musulmanes.

Con la desaparición de la esperanza y la diplomacia, en el futuro lo único que les queda a EE.UU. e Israel son sus garras y sus dientes. El tan ensalzado ejército israelí no pudo derrotar a una milicia harapienta en el sur de Líbano. El tan ensalzado ejército de EE.UU. no pudo derrotar a una insurgencia harapienta, con armas ligeras, surgida de una minoría de la población en Iraq, insurgentes que, además, están involucrados ante todo en una guerra civil contra la mayoría chií.

¿Qué harán EE.UU. y su titiritero? Ambos están tan inflados con su arrogancia y su paranoia como para admitir sus terribles errores. Israel y EE.UU. destruirán desde el aire la infraestructura de Líbano, Palestina, Siria, e Irán, para que la vida civilizada se haga imposible para los musulmanes, o EE.UU. e Israel utilizarán armas nucleares para intimidar a los musulmanes para lograr que se ajusten a los deseos de Israel.

El genocidio de musulmanes en una u otra forma es el objetivo declarado de los neoconservadores que controlan totalmente el gobierno Bush. El padrino neoconservador Norman Podhoretz ha propugnado la Cuarta Guerra Mundial (en el pensamiento neoconservador, la Tercera fue la guerra fría) para derrocar al Islam en Oriente Próximo, desarraigar la religión islámica y convertirla en un ritual laico formalizado.

El Pentágono neoconservador de Rumsfeld preparó una nueva doctrina bélica de EE.UU. que permite el ataque nuclear preventivo contra estados no-nucleares.

El neoconservador David Horowitz dice que al masacrar a civiles palestinos y libaneses “Israel hace el trabajo del resto del mundo civilizado,” equiparando así a los criminales de guerras con seres civilizados.

El neoconservador Larry Kudlow dice que “Israel hace la labor del Señor” al asesinar libaneses, una afirmación que debería dar a pensar a los partidarios evangélicos cristianos de Israel. ¿Dónde dice el Señor: “ve y asesina a tus prójimos para poder robar sus tierras”?

La historia condenará eternamente a EE.UU. por la complicidad del público estadounidense con estos atroces crímenes.

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Paul Craig Roberts fue Secretario Adjunto del Tesoro en el gobierno Reagan. Es coautor de “The Tyranny of Good Intentions”. Para contactos: paulcraigroberts@yahoo.com

http://www.counterpunch.org/Roberts07222006.html


*Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.

FUENTE: rebelion.org

miércoles, julio 19, 2006

Atrocidades en la Tierra Prometida
“La brutalidad demente del Estado de Israel”

Kathleen Christison
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

No bastan las palabras: los términos corrientes son inadecuados para describir los horrores que Israel perpetra a diario, y ha perpetrado durante años, contra los palestinos. La tragedia de Gaza ha sido descrita cien veces, como lo han sido las tragedias de 1948, de Qibya, de Sabra y Chatila, de Yenín -- 60 años de atrocidad perpetrada en nombre del judaísmo. Pero el horror generalmente cae en oídos sordos en la mayor parte de Israel, en la arena política de USA, en los medios de información dominantes en USA. Los que se horrorizan – y son muchos – no pueden penetrar el escudo de indiferencia que protege a la elite política y mediática en Israel, más aún en USA, y cada vez más en Canadá y Europa, contra la obligación de ver, de preocuparse.

Pero hay que decirlo, y bien fuerte: los que preparan y realizan la política israelí han convertido a Israel en un monstruo, y ya es hora de que todos nosotros – todos los israelíes, todos los judíos que permiten que Israel hable en su nombre, todos los usamericanos que no hacen nada por terminar con el apoyo de USA para Israel y su política asesina – reconozcamos que nos enlodamos moralmente al mantenernos pasivos mientras Israel realiza sus atrocidades contra los palestinos.

Una nación que exige la primacía de una etnia o religión sobre todas las demás terminará por ser sicológicamente disfuncional. Obsesionada narcisistamente con su propia imagen, tiene que esforzarse por mantener a cualquier precio su superioridad racial y llegará inevitablemente a considerar toda resistencia a su superioridad imaginaria como una amenaza existencial. Por cierto, todos los demás pueblos se convertirán automáticamente en una amenaza existencial simplemente en virtud de su propia existencia. Mientras trata de protegerse contra amenazas ilusorias, el Estado racista se hace crecientemente paranoico, su sociedad cerrada e insular, intelectualmente limitado. Los reveses lo enfurecen, las humillaciones lo enloquecen. El Estado arremete en un esfuerzo insano, sin ningún sentido de la proporción para reasegurarse de su propia fuerza.

Esa pauta se agotó en Alemania nazi, cuando trató de mantener una mítica superioridad aria. Ahora se agota en Israel. “Esta sociedad ya no reconocer ninguna frontera, geográfica o moral,” escribió el intelectual israelí y activista antisionista Michel Warschawski en 2004 en su libro “Towards an Open Tomb: The Crisis of Israeli Society [Hacia una tumba abierta: La crisis de la sociedad israelí]. Israel no conoce sus límites y arremete al descubrir que su intento de forzar a los palestinos a la sumisión y de tragarse a toda Palestina está siendo frustrado por un pueblo palestino con capacidad de recuperación, digno, que no se somete en silencio, ni renuncia a la resistencia frente a la arrogancia de Israel.

Nosotros, en USA, nos hemos curtido ante la tragedia infligida por Israel, y nos dejamos engañar fácilmente por el sesgo que automáticamente, por algún truco de la imaginación, convierte las atrocidades israelíes en ejemplos de cómo Israel es tratado injustamente. Pero una clase dirigente militar que lanza una bomba de 250 kilos sobre un edificio de apartamentos residencial en medio de la noche y mata a 14 civiles en su sueño, como sucedió en Gaza hace cuatro años, no es un ejército que opera siguiendo reglas civilizadas. Una clase dirigente militar que lanza una bomba de 250 kilos sobre una casa en medio de la noche y mata a un hombre, a su esposa y a siete de sus hijos, como ocurrió hace cuatro días, no es el ejército de un país moral.

Una sociedad que puede hacer caso omiso como si fuera insignificante ante el brutal asesinato de una niña de 13 años por un oficial del ejército que pretendió que ella amenazaba a los soldados de un puesto militar – uno de casi 700 niños palestinos asesinados por israelíes desde que comenzó la Intifada – no es una sociedad con conciencia.

Un gobierno que encarcela a una muchacha de 15 años – una de varios cientos de niños bajo detención israelí – por el crimen de empujar y de escapar de un soldado que trataba de cachearla a la entrada de una mezquita, no es un gobierno con algún comportamiento moral. (Esta información, que no es el tipo de noticia que llega a aparecer en los medios de información usamericanos, fue mencionada por el Sunday Times de Londres. La niña recibió tres tiros mientras se escapaba y fue condenada a 18 meses de cárcel después de salir del coma.)

Los críticos de Israel subrayan crecientemente que Israel se autodestruye, se acerca a una catástrofe de su propia creación. El periodista israelí Gideon Levy habla de una sociedad en “colapso moral.”

Michel Warschawski escribe sobre una “locura israelí” y “brutalidad demente,” una “putrefacción” de la sociedad civilizada, que han lanzado a Israel por un camino suicida. Prevé el fin de la iniciativa sionista; Israel es una “banda de matones,” dice, un Estado “que se burla de la legalidad y de la moral cívica. Un Estado que funciona despreciando la justicia pierde la fuerza necesaria para sobrevivir.”

Como señala con amargura Warschawski, Israel ya no conoce fronteras morales – si alguna vez las conoció. Los que siguen apoyando a Israel, que encuentran excusas para lo que hace mientras desciende hacia la corrupción, han perdido su brújula moral.

––––––––
Kathleen Christison es ex analista política de la CIA y ha trabajado en relación con problemas del Oriente Próximo durante 30 años. Escribió “Perceptions of Palestine and The Wound of Dispossession”. Para contactos: kathy.bill@christison-santafe.com.

http://www.counterpunch.org/christison07172006.html

Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.

rebelion.org

martes, julio 18, 2006

Buenas y malas razones para creer

Richard Dawkins
Por: Richard Dawkins

Querida Juliet:

Ahora que has cumplido 10 años, quiero escribirte acerca de una cosa que para mi es muy importante. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos las cosas que sabemos? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas que parecen pequeños alfilerazos en el cielo, son en realidad gigantescas bolas de fuego como el Sol, pero que están muy lejanas? ¿Y cómo sabemos que la Tierra es una bola más pequeña, que gira alrededor de esas estrellas, el Sol?

La respuesta a esas preguntas es "por la evidencia". A veces, "evidencia" significa literalmente ver (u oír, palpar, oler) que una cosa es cierta. Los astronautas se han alejado de la Tierra lo suficiente como para ver con sus propios ojos que es redonda. Otras veces, nuestros ojos necesitan ayuda. El "lucero del alba" parece un brillante centelleo en el cielo, pero con un telescopio podemos ver que se trata de una hermosa esfera: el planeta que llamamos Venus. Lo que aprendemos viéndolo directamente (u oyéndolo, palpándolo, etc.) se llama "observación".

Muchas veces, la evidencia no sólo es pura observación, pero siempre se basa en la observación. Cuando se ha cometido un asesinato, es corriente que nadie lo haya observado (excepto el asesino y la persona asesinada). Pero los investigadores pueden reunir otras muchas observaciones, que en un conjunto señalen a un sospechoso concreto. Si las huellas dactilares de una persona coinciden con las encontradas en el puñal, eso demuestra que dicha persona lo tocó. No demuestra que cometiera el asesinato, pero además pueda ayudar a demostrarlo si existen otras muchas evidencias que apunten a la misma persona. A veces, un detective se pone a pensar en un montón de observaciones y d repente se da cuenta que todas encajan en su sitio y cobran sentido si suponemos que fue Fulano el que cometió el asesinato.

Los científicos -especialistas en descubrir lo que es cierto en el mundo y el Universo- trabajan muchas veces como detectives. Hacen una suposición (ellos la llaman hipótesis) de lo que podría ser cierto. Y a continuación se dicen: si esto fuera verdaderamente así, deberíamos observar tal y cual cosa. A esto se llama predicción. Por ejemplo si el mundo fuera verdaderamente redondo, podríamos predecir que un viajero que avance siempre en la misma dirección acabará por llegar a mismo punto del que partió. Cuando el médico dice que tienes sarampión, no es que te haya mirado y haya visto el sarampión. Su primera mirada le proporciona una hipótesis: podrías tener sarampión. Entonces, va y se dice: "Si de verdad tiene el sarampión, debería ver...." y empieza a repasar toda su lista de predicciones, comprobándolas con los ojos (¿tienes manchas?), con las manos (¿tienes caliente la frente?) y con los oídos (¿te suena el pecho como suena cuando se tiene el sarampión?). Sólo entonces se decide a declarar "Diagnóstico que la niña tiene sarampión". A veces, los médicos necesitan realizar otras pruebas, como análisis de sangre o rayos x, para complementar las observaciones hechas con sus ojos, manos y oídos.

La manera en que los científicos utilizan la evidencia para aprender cosas del mundo es tan ingeniosa y complicada que no te la puedo explicar en una carta tan breve. Pero dejemos por ahora la evidencia, que es una buena razón para creer algo, porque quiero advertirte e contra de tres malas razones para creer cualquier cosa: se llaman "tradición", "autoridad" y "revelación".

Empecemos por la tradición. Hace unos meses estuve en televisión, charlando con unos 50 niños. Estos niños invitados habían sido educados en diferentes religiones: había cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, sijs...El presentador iba con el micrófono de niño en niño, preguntándoles lo que creían. Lo que los niños decían demuestra exactamente lo que yo entiendo por "tradición". Sus creencias no tenían nada que ver con la evidencia. Se limitaban a repetir las creencias de sus padres y de sus abuelos, que tampoco estaban basadas en ninguna evidencia. Decían cosas como "los hindúes creemos tal y cual cosa", "los musulmanes creemos esto y lo otro", "los cristianos creemos otra cosa diferente".

Como es lógico, dado que cada uno creía cosas diferentes, era imposible que todos tuvieran razón. Por lo visto, al hombre del micrófono esto le parecía muy bien, y ni siquiera los animó a discutir sus diferencias. Pero no es esto lo que me interesa de momento. Lo que quiero es preguntar de dónde habían salido sus creencias. Habían salido de la tradición. La tradición es la trasmisión de creencias de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos, y así sucesivamente. O mediante libros que se siguen leyendo durante siglos. Muchas veces, las creencias tradicionales se originan casi de la nada: es posible que alguien las inventara en algún momento, como tuvo que ocurrir con las ideas de Thor y Zeus; pero cuando se han transmitido durante unos cuantos siglos, el hecho mismo de que sean muy antiguas las convierte en especiales. La gente cree ciertas cosas sólo porque mucha gente ha creído lo mismo durante siglos. Eso es la tradición.

El problema con la tradición es que, por muy antigua que sea una historia, es igual de cierta o de falsa que cuando se inventó la idea original. Si te inventas una historia que no es verdad, no se hará más verdadera porque se trasmita durante siglos, por muchos siglos que sean.

En Inglaterra, gran parte de la población ha sido bautizada en la Iglesia Anglicana, que no es más que una de las muchas ramas de la religión cristiana. Existen otras ramas, como la ortodoxa rusa, la católica romana y la metodista. Cada una cree cosas diferentes. La religión judía y la musulmana son un poco más diferentes, y también existen varias clases distintas de judíos y de musulmanes. La gente que cree una cosa está dispuesta a hacer la guerra contra los que creen cosas ligeramente distintas, de manera que se podrá pensar que tienen muy buenas razones -evidencias- para creer lo que creen. Pero lo cierto es que sus diferentes creencias se deben únicamente a diferentes tradiciones.

Vamos a hablar de una tradición concreta. Los católicos creen que María, la madre de Jesús, era tan especial que no murió, sino que fue elevada al cielo con su cuerpo físico. Otras tradiciones cristianas discrepan, diciendo que María murió como cualquier otra persona. Estas otras religiones no hablan mucho de María, ni la llaman "Reina del cielo", como hacen los católicos. La tradición que afirma que el cuerpo de María fue elevado al cielo no es muy antigua. La Biblia no dice nada de cómo o cuándo murió; de hecho, a la pobre mujer apenas se la menciona en la Biblia. Lo de que su cuerpo fue elevado a los cielos no se inventó hasta unos seis siglos después de Cristo. Al principio, no era más que un cuento inventado, como Blancanieves o cualquier otro. Pero con el paso de los siglos se fue convirtiendo en una tradición y la gente empezó a tomársela en serio, sólo porque la historia se había ido transmitiendo a lo largo de muchas generaciones. Cuanto más antigua es una tradición, más en serió se la toma la gente. Y por fin, en tiempos muy recientes, se declaró que era una creencia oficial de la Iglesia Católica: esto ocurrió en 1950, cuando yo tenía la edad que tienes tú ahora. Pero la historia no era más verídica en 1950 que cuando se inventó por primera vez, seiscientos años después de la muerte de María.

Al final de esta carta volveré a hablar de la tradición, para considerarla de una manera diferente. Pero antes tengo que hablarte de la otras dos malas razones para creer una cosa: la autoridad y la revelación.

La autoridad, como razón para creer algo, significa que hay que creer en ello porque alguien importante te dice que lo creas. En la Iglesia Católica, por ejemplo, la persona más importante es el Papa, y la gente cree que tiene que tener razón sólo porque es el Papa. En una de las ramas de la religión musulmana, las personas más importantes son unos ancianos barbudos llamados ayatolás. En nuestro país hay muchos musulmanes dispuestos a cometer asesinatos sólo porque los ayatolás de un país lejano les dicen que lo hagan.

Cuando te decía que en 1950 se dijo por fin a los católicos que tenían que creer en la asunción a los cielos del cuerpo de María, lo que quería decir es que en 1950 el Papa les dijo que tenían que creer en ello. Con eso bastaba. ¡El Papa decía que era verdad, luego tenía que ser verdad! Ahora bien, lo más probable es que, de todo lo que dijo el Papa a lo largo de su vida, algunas cosas fueron ciertas y otras no fueron ciertas. No existe ninguna razón válida para creer que todo lo que diga sólo porque es el Papa, del mismo modo que no tienes porque creer todo lo que te diga cualquier otra persona. El Papa actual ha ordenado a sus seguidores que no limiten el número de sus hijos. Si la gente sigue su autoridad tan ciegamente como a él le gustaría, el resultado sería terrible: hambre, enfermedades y guerras provocadas por la sobrepoblación.

Por supuesto, también en la ciencia ocurre a veces que no hemos visto personalmente la evidencia, y tenemos que aceptar la palabra de alguien. Por ejemplo, yo no he visto con mis propios ojos ninguna prueba de que la luz avance a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, sin embargo, creo en los libros que me dicen la velocidad de la luz. Esto podría parecer "autoridad" pero en realidad es mucho mejor que la autoridad, porque la gente que escribió esos libros sí que había observado la evidencia, y cualquiera puede comprobar dicha evidencia siempre que lo desee. Esto resulta muy reconfortante. Pero ni siquiera los sacerdotes se atreven a decir que exista alguna evidencia de su historia acerca de la subida a los cielos del cuerpo de María.

La tercera mala razón para creer en las cosas se llama "revelación". Si en 1950 le hubieras podido preguntar al Papa cómo sabía que el cuerpo de María había ascendido al cielo, lo más probable es que te hubiera respondido que "se le había revelado". Lo que hizo fue encerrarse en su habitación y rezar pidiendo orientación. Había pensado y pensado, siempre solo, y cada vez se sentía más convencido. Cuando las personas religiosas tienen la sensación interior de que una cosa es cierta, aunque no exista ninguna evidencia de que sea así, llaman a esa sensación "revelación". No sólo los Papas aseguran tener revelaciones. Las tienen montones de personas de todas las religiones, y es una de las principales razones por las que creen las cosas que creen. Pero ¿es una buena razón?

Supón que te digo que tu perro ha muerto. Te pondrías muy triste y probablemente me preguntarías: "¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo ha sucedido?" y supón que yo te respondo: "En realidad no sé que Pepe ha muerto. No tengo ninguna evidencia. Pero siento en mi interior la curiosa sensación de que ha muerto". Te enfadarías conmigo por haberte asustado, porque sabes que una "sensación" interior no es razón suficiente para creer que un lebrel ha muerto. Hacen falta pruebas. Todos tenemos sensaciones interiores de vez en cuando, y a veces resulta que son acertadas y otras veces no lo son. Está claro que dos personas distintas pueden tener sensaciones contrarias, de modo que ¿cómo vamos a decidir cuál de las dos acierta? La única manera de asegurarse que un perro está muerto es verlo muerto, oír que su corazón se ha parado, o que nos lo cuente alguien que haya visto u oído alguna evidencia real de que ha muerto.

A veces, la gente dice que hay que creer en las sensaciones internas, porque si no, nunca podrás confiar en cosas como "mi mujer me ama". Pero éste es un mal argumento. Puedes encontrar abundantes pruebas de que alguien te ama. Si estás con alguien que te quiere, durante todo el día estarás viendo y oyendo pequeños fragmentos de evidencia, que se van sumando. No se trata de una pura sensación interior, como la que los sacerdotes llaman revelación. Hay datos exteriores que confirman la sensación interior: miradas en los ojos, entonaciones cariñosas en la voz, pequeños favores y amabilidades; todo eso es autentica evidencia.

A veces, una persona siente una fuerte sensación interior de que alguien la ama sin basarse en ninguna evidencia, y en estos casos lo más probable es que esté completamente equivocada. Existen personas con una firme convicción interior de que una famosa estrella de cine las ama, aunque en realidad la estrellan siquiera las conoce. Esta clase de personas tienen la mente enferma. Las sensaciones interiores tienen que estar respaldadas por evidencias; si no, no podemos fiarnos de ellas.

Las intuiciones resultan muy útiles en la ciencia, pero sólo para darte ideas que luego hay que poner a prueba buscando evidencias. Un científico puede tener una "corazonada" acerca de una idea que, de momento, sólo "le parece" acertada. En sí misma, ésta no es una buena razón para creer nada; pero sí que puede razón suficiente para dedicar algún tiempo a realizar un experimento concreto o buscar pruebas de una manera concreta. Los científicos utilizan constantemente sus sensaciones interiores para sacar ideas; pero estas ideas no valen nada si no se apoyan con evidencias.

Te prometí que volveríamos a lo de la tradición, para considerarla de una manera distinta. Me gustaría intentar explicar por qué la tradición es importante para nosotros. Todos los animales están construidos (por el proceso que llamamos evolución) para sobrevivir en el lugar donde su especie vive habitualmente. Los leones están equipados para sobrevivir en las llanuras de África. Los cangrejos de río están construidos para sobrevivir en agua salada. También las personas somos animales, y estamos construidos para sobrevivir en un mundo lleno de... otras personas. La mayoría de nosotros no tienen que cazar su propia comida, como los leones y los bogavantes; se las compramos a otras personas, que a su vez se la compraron a otras. Nadamos en un "mar de gente". Lo mismo que el pez necesita branquias para sobrevivir en el agua, la gente necesita cerebros para poder tratar con otra gente. El mar de está lleno de agua salada, pero el mar de gente está lleno de cosas difíciles de aprender. Como el idioma.

Tú hablas inglés, pero tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de vosotras habla el idioma que le permite hablar en su "mar de gente". El idioma se transmite por tradición. No existe otra manera. En Inglaterra, tu perro Pepe es a dog. En Alemania, es ein Hund. Ninguna de estas palabras es más correcta o más verdadera que la otra. Las dos se transmiten de manera muy simple. Para poder nadar bien en su propio "mar de gente", los niños tienen que aprender el idioma de su país y otras muchas cosas acerca de su pueblo; y esto significa que tienen que absorber, como si fuera papel secante, una enorme cantidad de información tradicional (Recuerda que "información tradicional" significa, simplemente, cosas que se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos.) El cerebro del niño tiene que absorber toda esta información tradicional, y no se puede esperar que el niño seleccione la información buena y útil, como las palabras del idioma, descartando la información falsa o estúpida, como creer en brujas, en diablos y en vírgenes inmortales.

Es una pena, pero no se puede evitar que las cosas sean así. Como los niños tienen que absorber tanta información tradicional, es probable que tiendan a creer todo lo que los adultos les dicen, sea cierto o falso, tengan razón o no. Muchas cosas que los adultos les dicen son ciertas y se basan en evidencias, o, por lo menos en el sentido común. Pero si les dicen algo que sea falso, estúpido o incluso maligno, ¿cómo pueden evitar que el niño se lo crea también? ¿Y que harán esos niños cuando lleguen a adultos? Pues seguro que contárselo a los niños de la siguiente generación. Y así, en cuanto la gente ha empezado a creerse una cosa -aunque sea completamente falsa y nunca existan razones para creérsela-, se puede seguir creyendo para siempre.

¿Podría ser esto lo que ha ocurrido con las religiones? Creer en uno o varios dioses, en el cielo, en la inmortalidad de María, en que Jesús no tuvo un padre humano, en que las oraciones son atendidas, en que el vino se transforma en sangre..., ninguna de estas creencias está respaldada por pruebas auténticas. Sin embargo, millones de personas las creen, posiblemente porque se les dijo que las creyeran cuando todavía eran suficientemente pequeñas como para creerse cualquier cosa.

Otros millones de personas creen en cosas diferentes, porque se les dijo que creyesen en ellas cuando eran niños. A los niños musulmanes se les dice cosas diferentes de las que se les dicen a los niños cristianos, y ambos grupos crecen absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros se equivocan. Incluso entre los cristianos, los católicos creen cosas diferentes de las que creen los anglicanos, los episcopalianos, los shakers, los cuáqueros, los mormones o los holly rollers, y todos están absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros están equivocados. Creen cosas diferentes exactamente por las mismas razones por las que tú hablas inglés y tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de los dos idiomas es el idioma correcto en su país. Pero de las religiones no se puede decir que cada una de ellas sea la correcta en su propio país, porque cada religión afirma cosas diferentes y contradice a las demás. María no puede estar viva en la católica Irlanda del Sur y muerta en la protestante Irlanda del Norte.

¿Qué se puede hacer con todo esto? A ti no te va a resultar fácil hacer nada, porque sólo tienes 10 años. Pero podrías probar una cosa: la próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante piensa para tus adentros: "¿Es ésta una de esas cosas que la gente suele creer basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por la tradición, autoridad o revelación?" Y la próxima vez que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle "¿Qué pruebas existen de ello?" Y si no pueden darte una respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan.

Te quiere,

Papá.

Al diablo con el diablo

© Fernando G. Toledo
razonatea.blogspot.com

El ateísmo, como pensamiento esencialmente crítico, encuentra a veces aliados inesperados en su tarea de desmontar ficciones entronizadas como lo que no son, socios imprevistos en el, por naturaleza, indeseable trabajo de «desencantar el mundo».
Como una ironía, es en los cristianos, en especial los católicos, donde se hallan los asistentes más eficaces. Hoy, todavía, el catolicismo preconiza cuestiones en las que se puede encontrar, ni más ni menos, que la negación del dogma primero: la existencia de su Dios, eterno, bondadoso y todopoderoso.
La existencia de Satanás aparece como uno de los aspectos más risibles. Como representación del mal absoluto, hay todavía católicos que consideran su existencia como efectiva. Literales, cuales fundamentalistas, se atienen a asumir la presencia mundana de ese veterotestamentario ángel caído, quien es responsable de las repulsivas tentaciones (entre las que puede figurar ora ser comunista, ora usar preservativo, ora masturbarse, ora criticar a la Iglesia, pero nunca defender a la Inquisición, discriminar a los homosexuales o aceptar las evidencias de la evolución darwiniana).
El asunto entronca directamente con la presencia del mal en el mundo, a la que Leibniz intentó escabullirse con el suberfugio del «mejor de los mundos posibles». Para el filósofo alemán, el mal sólo era «metafísico», esto es, una mengua del bien. Lo cual abría un abismo inesperado: acaso estábamos invalidados para juzgar lo que era un bien o un mal, quizá porque «los caminos de la Providencia son inescrutables». Ello debería llevar a que siquiera podamos aceptar la premisa mayor, puesto que si lo que nosotros percibíamos como malo porque no conocíamos el Plan Divino, ¿cómo podíamos asentir que éste era el mejor mundo, viendo que la capacidad para evaluar un bien era, en nosotros, insuficiente? Además, ¿no podía eso llevarnos, mejor, a pensar que en realidad éste es «el peor de los mundos posibles», y todo bien no es más que una «mengua del mal»? Ya David Hume se preguntaba en sus célebres Diálogos sobre la religión natural: «¿En qué sentido, entonces, se asemejan la benevolencia y misericordia divinas a la benevolencia y misericordia humanas?».
Así, el supuesto as en la manga era un naipe mal pintado y quedaba enlazado por los viejos interrogantes de Epicuro, estiletes siempre afilados contra la pretensión racional de un ente fantástico: ante el mal, o Dios no puede impedirlo o no quiere. Es decir: o no es todopoderoso o no es todo bondadoso, por tanto ni siquiera tiene sentido llamarlo Dios.
El comportamiento del Diablo, según nos lo presentan los propios cristianos, es fuente de nuevas incongruencias, todas denigratorias para la persistencia del mismísimo Dios. Puesto que Dios es, para los cristianos, el Supremo Creador, nada puede surgir si no brota de su poder. Así, Lucifer, futuro diablo, es creado por Dios como un ser bondadoso, pero luego se convierte en el demonio que perseguirá a la humanidad con tentaciones varias, maldad suma y engaños a cual más sofisticado. Ahora bien, esto mostraría que el mismo Dios, al crear a Lucifer, no sabía en qué iba a convertirse esa bestia infesta. O, en todo caso, que lo sabía, puesto que su presciencia lo permite, pero a pesar de todo dejó que creciera esa semilla, lo cual pone en entredicho la pretendida bondad divina. En el caso de que Dios dejase al Demonio hacer sus diabluras sólo para probar al hombre su fe, estaríamos ante algo así como el Sublime Perverso.
Un nuevo ambage aparece, esta vez aplicable también a la humanidad: el libre albedrío. No hará falta detenerse en lo cuestionable que es este concepto, sino que bastará con ahondar en la mitología cristiana para inquirir: ¿no representa un terreno vedado a la cognoscibilidad de Dios el hecho de que el hombre libre pueda actuar sin que Dios sepa lo que va a hacer? ¿No significa eso que la libertad delata un ámbito, el de la voluntad, que no está siquiera en la mente de Dios, con lo cual está fuera del mundo y fuera de Dios? Si la legislación de Dios no incluye a Satanás, esto indica que hay un terreno que al menos lo trasciende. Si lo incluye, Dios no hace otra cosa que permitir la existencia de Satán, algo que al parecer lo ha preocupado bastante siendo que llegó a degradarse al cuerpo para redimir a la humanidad de su mal. Lo cual de paso indica que Dios tiene cierto talento para la tragedia pero poco para la sobriedad.
¿Por qué, a pesar de estas infantiles incongruencias, los católicos, entre otros, siguen aceptando la existencia del Demonio? Como todo: porque lo suponen útil. El mal en el mundo, ése que denunciaba Epicuro bastante antes de la invención del cristianismo, es una prueba ingente de la imposibilidad (si entendemos como posiblidad la ausencia de contradicción) de un Dios de suma bondad y sumo poder. Pero Satanás, al resultar responsable de este mundo falto de bien, exime al propio Señor de tales imperfecciones. No resulta extraño que por ello, con diáfana bobería, muchos cristianos achacan a su influencia las errancias de cada fiel. En el camino de despreciar la carne, tan aquilatado por el paso de las tradiciones, desde Pablo a esta parte, la apelación demoníaca permite desentenderse de la Tierra, exculparse poniendo la carga en su «terrible influencia».
Como paradigma de la negación del mundo, como palmaria incongruencia, la figura mítica de Satanás encierra en sí misma todo lo que los cristianos desprecian sin saber que aun más lo aborrecerían al descubrir que, al aceptarlo, están negando a su propio Dios. A pesar de que algunos aprieten la cuerda en su propio cuello y declaren que «es el mismo demonio quien convence a los incrédulos que él demonio no existe». Frase que confirma que «los desvaríos de la fe son inescrutables».

lunes, julio 17, 2006

¡Jaque al Rey!
Jaume d'Urgell

Nadie ignora que la monarquía española está en jaque. A su ilegitimidad de origen, se une una cada vez más inocultable falta de justificación moral y el creciente hartazgo de una sociedad enfrentada a las dificultades del día a día, que no comprende por qué una familia designada por un dictador genocida, acumula poder y tesoros sin mérito conocido.


El pasado 26 de abril, la Comisión de Peticiones del Congreso de los Diputados, reunida en sesión, acordaba trasladar a los portavoces de los grupos parlamentarios en la Comisión Constitucional, un escrito en el que se solicitaba la restauración de la legitimidad institucional republicana, con todo lo que ello implica, no solo el despido del funcionario jefe de Estado, sino también la adecuación de toda la estructura y principios organizativos de los poderes públicos en torno a las ideas de libertad, igualdad, fraternidad, austeridad, laicismo, y pacifismo.

Habida cuenta de quienes forman parte de la Comisión Constitucional, no es de prever que el documento sea tomado en consideración, y no lo es por diversos motivos, entre los que destacaríamos el de oportunidad (antes de ratificar vía referéndum una reforma constitucional de esta envergadura, es preciso instruir a la opinión pública en conceptos como separación de poderes, representatividad proporcional, democracia participativa, y otros, que desde hace siete décadas se consideran tabú por parte del poder establecido).

Por otro lado, mientras el sistema político español esté en manos de una oligarquía de partidos, con un ejército mediático a su alcance, con vías de financiación virtualmente ilimitadas, opacas y ajenas a todo control independiente… mientras el Ejecutivo surja del Legislativo, y éste renueve por tercios al Judicial; mientras no exista una Fiscalía independiente; mientras existan tribunales de excepción (la Audiencia Nacional) cuya jurisdicción alcance a las mismas personas que aprueban sus presupuestos; mientras el Tribunal de Cuentas carezca de poder efectivo; mientras el Senado sea un osario y el Consejo de Estado un cementerio; mientras permitamos que el jefe supremo de las fuerzas armadas siga siendo alguien designado por un genocida… será muy difícil que la ciudadanía haga valer sus derechos.

También hay mucho que hacer en el campo de la libertad de información, antes de poder enfrentar con garantías, un debate sobre la forma de gobierno en España. Como se ha repetido hasta la saciedad, en España, la monarquía no ha sido capaz aún, de enfrentarse a la prueba de fuego que supone una información libre y veraz. Hoy en día, todo cuanto rodea a los asuntos del jefe de Estado suele estar presidido por el inconfundible hedor a propaganda militar. En este sentido –y en muchos otros–, los efectos del golpe de Estado de 1936 aún prevalecen.

Hoy España sigue siendo un Estado en cuya cabeza se encuentra un militar, vitalicio y hereditario, como en los más oscuros tiempos del medievo. En España, reconocer algo tan sencillo como que monarquía y democracia son antónimos, es motivo de escándalo. Unos salen al paso, con aquello del pragmatismo y de los consensos necesarios… otros aducen la existencia de conceptos mixtos, como la tan cacareada “monarquía parlamentaria”, paradigma de la contradicción en términos… que vendría a ser algo así como una “democracia relativa” –encabezada por un militar, no lo olvidemos–.

Otra forma de gobierno es posible, y necesaria. La sociedad debe librarse del influjo de las amenazas que tanto en 1939 –amenaza cumplida–, como en 1978 –amenaza latente–, se cernían sobre quienes osaran cuestionar la voluntad del stablishment fáctico.

Sobradamente sabemos que no todos los jaques son jaque-mate. Jaques los hay de muchos tipos… están los pueriles, que consideran el jaque mismo como un fin en si mismo, sin tener en cuenta el futuro; están los psicológicos, que utilizan el jaque como un instrumento más del miedo; existen jaques de huida; y jaques para impedirlas; están los jaques consentidos, que son aquellos que se dan, como efecto de un plan concebido en el entorno del monarca y luego están los jaques útiles, que son aquellos que tienen lugar con la intención de crear nuevos escenarios, que conduzcan a la victoria.

Lo que ocurre es que en nuestra partida el rey está enrocado –sabe muy bien qué hacer, y qué no hacer para mantenerse indefinidamente en el trono–. Sí, es un hecho: el rey es también un obrero, y como tal, sus acciones están orientadas a salvaguardar la estabilidad de su puesto de trabajo –a pesar del interés general, en este caso–. Pero no solo tenemos un rey enrocado, de un sencillo análisis de la situación, podemos observar que se aprecian más circunstancias a propósito de su existencia y continuidad: la posición del rey se sustenta en la reina, los alfiles, los caballos, las torres y los peones. Es sabido que en el juego del ajedrez, los alfiles representan a la jerarquía eclesiástica –que curiosamente, matan en diagonal–; los caballos y las torres son el uso de la fuerza –ya sea bruta o sutil–; los peones serían las hordas de súbditos engañados o reclutados –a la fuerza o bien pagados– y la reina… yo no sé lo que sería la reina para los inventores del ajedrez… pero hoy en día, la reina simboliza sin dudarlo a la prensa, y como cenit de esta, a la televisión.

Pero tranquilos… lo bueno de todo esto, es que frente al rey y su consorte, frente a sus parejas de alfiles, caballos y torres, frente a sus ocho peones, nos encontramos cerca de cuarenta millones de ciudadanos –que no súbditos–, libres e iguales, fraternos y progresivamente conscientes de nuestros derechos. Y eso, no cambiará. Porque hagan lo que hagan, mientras alguno de nosotros siga en pie, la partida no habrá terminado.

Sabemos bien que la petición al Congreso de los Diputados no fue más que un jaque. Pero todos han visto que dicho jaque tuvo lugar. Y no será el último. Ni el mejor.

Lo más probable es que la monarquía española se venga abajo, cuando el partido conservador se atreva a desearlo en público, sacando así al partido que se llama progresista de su ignominioso silencio, y restableciendo un orden constitucional basado verdaderamente en la igualdad. Pero, siendo ésta la vía más probable, no es la única. La monarquía –símbolo supremo de la arbitrariedad y el despotismo–, puede saltar en mil pedazos en caso de que la situación política se desestabilice de un modo incontrolable, por ejemplo, como resultado del atraco masivo que supone la especulación inmobiliaria, o a consecuencia del progresivo fenómeno de la deslocalización por globalización sin control público. Un neoliberalismo indómito puede originar la desaparición de la clase media… y todo el mundo sabe, que ciertas injusticias que el pueblo está dispuesto a aceptar con el estómago lleno, no se suelen permitir cuando falta lo más básico.

Es cierto, cuando el hambre aprieta, la sensibilidad pública hacia los atropellos a la justicia aumenta considerablemente, y entonces el escenario político es muy distinto… hay sucesos terribles que hace tiempo que no vemos en nuestro propio país, y no faltará el incauto que crea que la lejanía en el tiempo implica que hay cosas que están superadas… ¡nada más lejos de la realidad! Basta echar un vistazo a la sección de Internacional de cualquier periódico para darse cuenta de que la élite dominante no tiene ningún inconveniente en “cambiar de fase” cuando los acontecimientos lo aconsejan. Cuando la situación general empeora, la rebelión es automática, pero no olvidemos que para el capital, la guerra no es más que otra forma de ganar dinero.

Asistimos a una realidad en la que tanto los cegados como los cegadores insisten en repetir una y mil veces que la Constitución Española –la postfranquista, de 1978–, prevé un proceso de reforma, para el que hace falta una mayoría de tres quintas partes de las Cámaras legislativas –el único poder en realidad, puesto que de él parten Ejecutivo y Judicial–. Si tenemos en cuenta la existencia de la Ley D’Hont, el corte de las candidaturas que no alcancen un 5% en cada una de las 52 circunscripciones electorales, y la consolidación del bipartidismo fáctico… es fácil resolver que, salvo con el afloramiento de la razón crítica, cualquier cambio es impensable.

Esto, llevado a las últimas consecuencias, supone que salvo con el acuerdo previo del partido conservador y el partido que se autodenomina progresista, cualquier posibilidad de cambio pacífico esté excluida. Y como los republicanos somos pacifistas por principio y por memoria, nuestras vías se reducen a dos: o bien convencemos a los grandes partidos –a sus aparatos o a su electorado– de la conveniencia de una República justa, o bien nos erigimos en fuerza electoral con capacidad parlamentaria para influir en el proceso de reforma constitucional.

Repúblicas las hay de muchas formas, y no por ser tales, ya son necesariamente justas. Una república no es simplemente un sistema político en el que todos los cargos son electos… no solo eso. Una república justa, debe estar verdaderamente inspirada en los principios que determinan que todos los seres humanos son iguales en derechos, libres en su concepción y fraternos entre sí. En una república avanzada, nada debería estar por encima del amor a la paz, y ningún poder estar exento de control independiente. En una república, el poder del Pueblo debería ser ilimitado, sin que ningún área le estuviera vedada. Ningún asunto que afecte a la ciudadanía puede ser tabú para sus representantes políticos, y eso incluye desde la progresiva desmilitarización del Estado, hasta la posibilidad de cambios en la estructura económica de la sociedad, la modificación de sus fronteras, y –desde luego– la protección de los más débiles, porque la mejor manera de medir la salud de una sociedad no está en sus indicadores macroeconómicos, ni en la cantidad de clase media… la mejor manera de conocer el nivel de justicia de una sociedad, es fijándonos en la situación de su elemento más débil.

No hay duda de que la idea de República que alberga el partido conservador es bien distinta de la que el partido que se llama progresista tiene en mente. Alemania, Francia y Estados Unidos son repúblicas, y las diferencias están bien a la vista. Ante esto, el modelo de organización de la sociedad que representó la Segunda República Española, era una opción muy a tener en cuenta como punto de partida, aunque no hay que olvidar que los tiempos han cambiado, y que, tal cual, la Constitución Española de 1931 no sería directamente utilizable hoy en día, sería preciso incorporar elementos de derecho comparado que vendrían a resumir el fruto de siete décadas de progreso de la Humanidad –al margen de nuestro Estado, para nuestra desgracia–.

Durante la Segunda República Española se cometieron algunos errores, el más importante de los cuales fue de estrategia elemental: no se puede hacer tanto bien, en tan poco tiempo… los dueños del mal no lo han permitido jamás en la historia. Si se desea la paz, hay que permitir salidas honrosas para los elementos discordantes con los nuevos tiempos. No se trata de pragmatismo cómplice, ni de falta de firmeza… es estrategia.

La monarquía en España es pasado inminente. No es cuestión de odio, ni revancha… es sencillamente una cuestión de interés general. Con todo, nadie ignora que debemos tener los pies en el suelo y ser conscientes del momento en que vivimos, mas no por ello, excluir los diversos escenarios políticos que el futuro traerá consigo.

Asistimos a un momento crucial en la historia de esta parte de la península que no es Portugal. De nuestros actos, de nuestra honradez, de nuestra firmeza y de nuestras convicciones dependerá en buena medida la llegada de un futuro mejor para todos.

¡Salud y República!
"Cabeza de oro" no se arrepiente
Un domingo en compania de Zidane

David Antona González
Vale la pena detenerse a analizar un acontecimiento que el pasado 9 de julio, durante más de dos horas, mantuvo clavados frente a las pantallas de sus televisores a cientos de millones de telespectadores. Solamente en España eran, o éramos, diez millones a seguir con pasión y ansiedad, con una excitación creciente, las evoluciones de los equipos de Francia y de Italia, finalistas de la Copa del Mundo de fútbol celebrada en Alemania.

Un partido que, desde el instante mismo en que finalizó, provocó en los medios de comunicación cientos de comentarios e hizo verter litros de tinta a los períodicos del mundo entero. Cabe, en consecuencia, interrogarse sobre la magnitud de este fenómeno y su significado. Porque, ¿qué es en realidad el fútbol?: ¿la nueva enfermedad infantil de la humanidad o una gigantesca manipulación a escala planetaria, doblada del jugosísimo negocio de un entramado más o menos visible que, ante las televisiones del mundo entero, empuja a veintidos señores vestidos de corto a disputarse una pelota de cuero... Un poco de todo esto, pero no solamente. El fútbol, puede que esa sea la explicación de su éxito, es también un derroche de emoción compartida, de accesos de violencia, de escándalos financieros y de pasiones sabiamente adulteradas (véase el ejemplo de Italia) servidas a las masas en un envoltorio que reúne toda una serie de ingredientes humanos, demasiado humanos: honor, beneficio, culto de la fuerza, del gesto, de la habilidad y de la “performance”. Y, también, chovinismo e incertidumbre.

Un cocktail que se puede consumir con una bebida tintineante en la mano, cómodamente sentado en un butacón o en un sofá, lejos del ruido del mundo, de ese mundo que a veces golpea inconsideradamente nuestras ventanas. Que, sin que se lo hayamos pedido, trae a la pantalla de nuestros televisores imágenes de casas reventadas, de niños palestinos desmembrados y de iraquíes, chíies y sunnitas, saltando por los aires fraternalmente unidos.

...Alguien, no recuerdo ahora su nombre, se atrevió a decir que vivíamos en una época de “fascismo dulce”. ¿Por qué “dulce”? Quizás por el hecho de que una simple final de fútbol como la del domingo nos permitió a todos rozar el éxtasis, porque pudimos ver con nuestros propios ojos como un dios del estadio bajó de su pedestal y, ante las ofensas inferidas por su rival, un italiano “sucio, marrullero y probablemente fascista” (un espectador francés), le propinó un cabezazo en el pecho que lo dejó tumbado ipso facto sobre la hierba.

CONSUELOS Y PARANOIAS COLECTIVAS

No es de extrañar que suministrado a nivel planetario (Freud decía, refiriéndose a la religión, “que la acción del consuelo religioso podía ser comparada a un narcótico”), ese cocktail de pasiones encarnado en un juego, el fútbol, obre sobre nosotros, simples aficionados, como un sedante y sea más efizaz para garantizar la paz social que las divisiones blindadas que al parecer Stalin atribuyó equivocadamente al Vaticano.

Había que detenerse, como yo lo hice, a leer uno por uno los 156 mensajes de lectores recibidos el lunes día 10 por el diario francés “Le Monde”, parangón de seriedad y de buen hacer periodístico. Todos estaban dedicados a comentar el resultado del partido del domingo y la expulsión de Zidane a causa del cabezazo que le propinó al defensor italiano Materazzi . (Según una encuesta de última hora, 61 % de franceses condenaron el gesto, pero aprobaron su reacción ante los insultos). Algunos lectores, pocos, lamentaban que, en vez del pecho, Zidane no hubiese apuntado a la cabeza o a los genitales... Pero todos se mostraban decepcionados porque su héroe no pudo acabar su carrera “en beauté” y hubiese facilitado con su expulsión la victoria (por penaltys) de los italianos... Transcribo algunas frases extraídas de esos mensajes: - “¿Cómo vamos a explicar ahora a los jóvenes de las “banlieues” (los barrios conflictivos de la periferia de las ciudades francesas ) que no hay que vengarse dando cabezazos?”. - “... el fútbol, el deporte más corrompido de todo el planeta”. - “Los chovinistas le darán la razón a su ídolo. Y los “tifosi” italianos harán lo mismo. La prensa sensacionalista venderá más períodicos que nunca. ¡Vaya ejemplo para la juventud de los barrios desfavorecidos¡”. - “Zidane era una referencia moral para todos los que ya no creíamos en la política, la justicia y la religión”. - Es un héroe, no un dios. Eso a mí me tranquiliza. Yo te saludo, hijo de la nación francesa”. - “Nosotros, emigrantes, somos franceses si ganamos el Mundial. Pero quinze días después, Chirac, Sarkozy y toda su banda, nos olvidan”. - “La camiseta azul del equipo de Francia vale 65 euros. Es un rackett”. - “Soy un niño de 9 años. Zidane ha luchado a favor de los niños discapacitados. También le queremos por eso”. - “Presencié el partido con mi hijo pequeño. El hasta ahora futbolista impecable nos dió a los dos un mal ejemplo”

UN CABEZAZO ANUNCIADO

Hoy, Zidane es un personaje, si no de cuento de hadas sí de cuento moderno...Parecido a una de esas máquinas que, bien engrasadas y sabiamente agitadas, dejan caer un chorro inininterrumpido de billetes y monedas.

Hijo de emigrantes argelinos oriundos de la Cabilia, Zizou es el protagonista de una auténtica “love story”, un ejemplo de integración en un país que tiene grandes dificultades para hacer creer a los jóvenes procedentes de la emigración, nacidos como él en uno de esos barrios, que sus derechos y deberes son los mismos que los de todos los franceses. La otra cara de la moneda de su imagen nos la reveló un periodista que ha visitado recientemente “La Castellane”, el barrio situado a proximidad del “Vieux Port” de Marsella donde nació nuestra “vedette”. Al parecer sus habitantes se quejaron a él de que nunca recibían la visita de su ídolo. Y de que, pese a sus demandas, no accedió a financiar la construcción de un terreno de fútbol para los jóvenes.

...La verdad es que Zidane y sus promotores, los responsables de su imagen y su carrera, manejan otros proyectos. En vez de solidarizarse con esa juventud desasistida y olvidada (otros jugadores del equipo de Francia, como Thuram, lo han hecho), “Zizou” prefiere dedicar sus ratos libres a practicar la caridad a nivel planetario: junto a su amigo el brasileño Ronaldo participa, como embajador de la ONU, en un programa de “lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo”. Si añadimos por otra parte, para completar este retrato, que posee una fama de hombre discreto y modesto, de buen esposo amante de sus hijos y que ha declarado que cuando acabe su carrera piensa dedicarse en el Real Madrid a formar niños, concluiremos que tiene el perfil ideal del ex futbolista capaz de negociar, dentro y fuera de los estadios, sustanciosos contratos publicitarios. Su imagen es ya , y seguirá siéndolo, una mina de oro para él, pero también para las marcas y multinacionales que lo patrocinan (y que, generosamente, según las últimas noticias, declararon que lo seguirán apoyando...a pesar del cabezazo). Entre esos patrocinadores figura una compañía de Seguros, “GENERALI”, con la que ha firmado un contrato de tres años y una operadora de telefonía francesa, “ORANGE” que le ha garantizado un primer contrato de un año por la modesta suma de 150.000 euros (que vendrán a añadirse a sus ingresos anuales, estimados en 15 millones de euros).

No valdría la pena buscarle las vueltas y los entresijos a ese maravilloso futbolista, que ha declarado “que lo siente por los niños, pero que no se arrepiente de su acto”, (Materazzi, que lo ha negado, insultó a su madre y a su hermana y hasta le trató de “terrorista árabe”) si no fuese por el interés de saber lo que se esconde detrás de una de esas figuras que, en fin de cuentas, tienen más que ver con el “show-business” que con el deporte propiamente dicho. Una estrella reluciente, sí ... pero una estrella del mundo mercantil, que, además de virtuoso del balón redondo, es un modelo de lujo de la casa “CHRISTIAN DIOR” y enseña de “PRICE”, leader en la distribución y la venta de alimentos para presupuestos modestos.

...Un último rasgo, cuidadosamente silenciado, de su personalidad. El cabezazo propinado a Materazzi, no ha sido – cuentan ahora los períodicos – ni el primero ni el último. Zidane tiene detrás de él una larga historia de violencias en el juego y de expulsiones (doce nada menos, tanto en los terrenos de fútbol de Francia, como en los de Italia... y de España donde, al parecer, hirió gravemente al portero del Betis, Toni). Su especialidad, valga la redundancia, es el cabezazo a la cabeza. Prueba inequívoca de que el hijo y nieto de emigrantes, el antiguo “banlieusard”, no ha olvidado del todo las reglas crudas que, a veces, rigen la vida de esos barrios.

¿POR QUÉ SEGUIR COMIENDO MIERDA?

Hemos intentado mostrar como detrás de “la ética y la estética” de un artista del balón redondo, se esconden poderosos intereses que poco o nada tienen que ver con la práctica de ese deporte. Zidane es un espejuelo brillante, su juego un regalo para la vista, además de un signo y un símbolo. Todo eso a la vez. Pero es también una mercancía generadora de sustanciosas plusvalías para él y para sus promotores. Lejos, muy lejos (demos paso a la nostalgia), del disfrute y del simple placer que representaba el poder dar patadas a un balón en un parque, un escampado o en la playa. O viendo jugar, en un estadio destartalado, al equipo de nuestro barrio o de nuestra comunidad.

Concluyamos: los amos del mundo, con nuestro beneplácito - en este caso el amor colectivo a un juego, el fútbol - se han apoderado de nuestras emociones, las han secuestrado y las han hecho fructificar en beneficio propio. Lamentamos hipocritamente que Zidane, ese maravilloso icono, haya cedido a sus instintos primarios y se haya comportado como un golfo. No hacemos muecas de disgusto... Le criticamos a regañadientes, pero en el fondo queremos seguir difrutando de lo que nos proponen nuestros dueños... Sin pensar en el tufo que se desprende de esa mercancía. (Véase el escándalo de los partidos amañados en Italia con participación de las altas autoridades y de los futbolistas más famosos). Como en la película “Saló, o los 120 días de Sodoma”, de Pier Paolo Pasolini.... Pero a diferencia de los pobres púberes secuestrados por un puñado de gerifaltes fascistas que ejercen sobre sus cuerpos y almas una serie de perversiones y de torturas, entre ellas la de obligarles a comer mierda, nosotros cerramos los ojos, nos lamentamos y saboreamos en silencio. (l)

(l) - Zidane ha sido designado “Balón de oro”, mejor jugador del Mundial, por la prensa deportiva y la FIFA. - Unos jóvenes franceses que compusieron una canción con ritmo caribeño a la gloria del famoso cabezazo (“Zidane, il a frappé¡”, ) podrían recibir hasta 100.000 euros por parte de varias companías discográficas. - Se rumorea que Zidane podría recibir en el mes de septiembre el premio “Príncipe de Asturias” al Deporte.
Alex Falco Chang


El petróleo y las ansias imperiales

Hedelberto Lopez Blanch

Tres factores inciden para que los precios mundiales del petróleo (78 dólares el barril) se hayan disparado en una espiral ascendente que al parecer no se detendrá hasta alcanzar los 100 o 150 dólares en un corto período de tiempo.

El primero es el incremento del consumo en relación con las reservas mundiales. Según instituciones como la British Petroleum de Gran Bretaña, el mundo cuenta con reservas de crudo que alcanzarán solo para 40 años si continúa la demanda actual, aunque adelanta que pueden descubrirse nuevas yacimientos que prolongarán su existencia.

Se prevé que la demanda continúe expandiéndose a un ritmo de entre 1,6% y 2% por año, desde 88 millones de barriles diarios en 2006 hasta 120 millones en 2020.

Asimismo, se augura que fundamentalmente se agotará el petróleo barato pues los nuevos descubrimientos requerirán mayores inversiones y serán en su gran mayoría de la clase pesada que costará más su procesamiento. El uso del gas se duplicará para el 2030 pues se utilizará en la generación de energía eléctrica.

Un segundo factor es que ante esa realidad, las administraciones estadounidenses para tratar de mantener su papel hegemónico como única superpotencia, ha encaminado sus pasos en los últimos años a tratar de controlar los principales yacimientos petrolíferos del planeta para lo cual utiliza la penetración de sus empresas transnacionales, las presiones económicas y políticas o las guerras de rapiña.

Estados Unidos necesita para tratar de mantener su poderío imperial, fuentes de abastecimiento de hidrocarburos que le permitan sostener el gasto de 22 millones de barriles de petróleo diario, o sea, el 28% de la producción del orbe.

Documentos desclasificados debido a trifulcas judiciales y rescatados por la revista Judicial Watch (Reloj Judicial) y por Michael Klare en Foriegn Policy in Focus (Enfoques de Política Exterior) indican que un equipo de espionaje del vicepresidente norteamericano Richard Cheney cuantificó la industria petrolera de Iraq, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos (EAU) en marzo de 2001, seis meses antes del 11 de septiembre (atentado a las Torres Gemelas) y 26 meses antes de la invasión a Iraq.

Los documentos contienen mapas de campos petroleros, refinerías terminales de tanqueros, oleoductos y proyectos de hidrocarburos en Iraq, cuando aún gobernaba Saddan Hussein y de Arabia Saudita y los EAU. Además se indican los principales proyectos a desarrollar en cada uno de los países, costos, capacidad de producción, estado de las obras y todo lo referente a posibles instalaciones a desarrollar.

El interés por el control de la estratégica zona del Cercano y Medio Oriente se debe a que en el subsuelo se hallan más de la mitad de las reservas mundiales conocidas de crudo y la tercera parte del gas.

El Medio Oriente es el primer productor de petróleo con más del 30% y en esa zona se dan condiciones óptimas para la explotación petrolera.

Como explicó Paul Krugman en un reciente artículo aparecido en el diario The New York Times, el principal objetivo de la invasión contra Iraq era adueñarse de los yacimientos y aumentar rápidamente la producción de crudo iraquí para alimentar el crecimiento económico estadounidense.

Ahora la amenaza se vuelve más geopolítica pues Washington amenaza con atacar a Irán, cuarto productor de crudo mundial, aduciendo que ese país puede en un futuro llegar a producir el arma nuclear.

Como tercer factor aparece la penetración y el saqueo de las economía nacionales por parte de las multinacionales y las especulaciones de precios motivadas por las compañías que controlan el mercado del crudo.

Ya se ha hecho una constante que por cualquier problema el precio del combustible suba progresivamente. Ejemplos sobran:

Las invasiones a Afganistán e Iraq; la inestable producción de crudo en Nigeria; los ataques israelíes contra Libano y Palestina; el aumento de la demanda en China e India; el paro petrolero auspiciado por Estados Unidos en Venezuela; huelgas en Noruega, desastres naturales como los huracanes que han azotado el Golfo de México y las costas del sur de Estados Unidos, y ahora las amenazas de guerra norteamericana contra Irán y Corea del Norte.

Si las cosas continúan como van, en cualquier momento los precios del crudo subirán porque escasea la arena en las playas para los turistas, porque el desierto del Sahara se aproxima a Europa o porque ocurrirá un eclipse de luna o de sol. Cualquier cosa inverosímil puede aumentar los importes del crudo.

Según los últimos datos, las tres mayores petroleras estadounidenses obtuvieron en el primer trimestre de 2006, un beneficio neto de casi 16 000 millones de dólares, mientras los países en desarrollo no productores de petróleo endeudaban aun más sus economías.

Exxon Mobil marcó el paso con 8 523 millones de dólares, seguidas por Chevron con 3 996 millones y Conoco Phillps, 3 291 millones. y ConocoPhillps. Otras que se han beneficiado enormemente con la actual situación pero no se han divulgado sus cuentas son la Halliburton, Total Fina ELF, Royal Dutch-Shell y Bechtel, Lockheed Martín, por citar algunas.

Ante estas realidades, a la mayoría de los países no le queda otra alternativa que buscar a mediano plazo otras fuentes de energía que le permitan salvar esos obstáculos.

jueves, julio 13, 2006

VAMOS PATRIA A CAMINAR


Vamos patria a caminar, yo te acompaño.

Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para que tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras,
para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.

Tiene que ser así, indiscutiblemente.

Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.

Ay, patria,
a los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos en un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras del pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.

Vamos patria a caminar, yo te acompaño.