"Cabeza de oro" no se arrepiente
Un domingo en compania de Zidane David Antona González
Vale la pena detenerse a analizar un acontecimiento que el pasado 9 de julio, durante más de dos horas, mantuvo clavados frente a las pantallas de sus televisores a cientos de millones de telespectadores. Solamente en España eran, o éramos, diez millones a seguir con pasión y ansiedad, con una excitación creciente, las evoluciones de los equipos de Francia y de Italia, finalistas de la Copa del Mundo de fútbol celebrada en Alemania.Un partido que, desde el instante mismo en que finalizó, provocó en los medios de comunicación cientos de comentarios e hizo verter litros de tinta a los períodicos del mundo entero. Cabe, en consecuencia, interrogarse sobre la magnitud de este fenómeno y su significado. Porque, ¿qué es en realidad el fútbol?: ¿la nueva enfermedad infantil de la humanidad o una gigantesca manipulación a escala planetaria, doblada del jugosísimo negocio de un entramado más o menos visible que, ante las televisiones del mundo entero, empuja a veintidos señores vestidos de corto a disputarse una pelota de cuero... Un poco de todo esto, pero no solamente. El fútbol, puede que esa sea la explicación de su éxito, es también un derroche de emoción compartida, de accesos de violencia, de escándalos financieros y de pasiones sabiamente adulteradas (véase el ejemplo de Italia) servidas a las masas en un envoltorio que reúne toda una serie de ingredientes humanos, demasiado humanos: honor, beneficio, culto de la fuerza, del gesto, de la habilidad y de la “performance”. Y, también, chovinismo e incertidumbre.
Un cocktail que se puede consumir con una bebida tintineante en la mano, cómodamente sentado en un butacón o en un sofá, lejos del ruido del mundo, de ese mundo que a veces golpea inconsideradamente nuestras ventanas. Que, sin que se lo hayamos pedido, trae a la pantalla de nuestros televisores imágenes de casas reventadas, de niños palestinos desmembrados y de iraquíes, chíies y sunnitas, saltando por los aires fraternalmente unidos.
...Alguien, no recuerdo ahora su nombre, se atrevió a decir que vivíamos en una época de “fascismo dulce”. ¿Por qué “dulce”? Quizás por el hecho de que una simple final de fútbol como la del domingo nos permitió a todos rozar el éxtasis, porque pudimos ver con nuestros propios ojos como un dios del estadio bajó de su pedestal y, ante las ofensas inferidas por su rival, un italiano “sucio, marrullero y probablemente fascista” (un espectador francés), le propinó un cabezazo en el pecho que lo dejó tumbado ipso facto sobre la hierba.
CONSUELOS Y PARANOIAS COLECTIVAS
No es de extrañar que suministrado a nivel planetario (Freud decía, refiriéndose a la religión, “que la acción del consuelo religioso podía ser comparada a un narcótico”), ese cocktail de pasiones encarnado en un juego, el fútbol, obre sobre nosotros, simples aficionados, como un sedante y sea más efizaz para garantizar la paz social que las divisiones blindadas que al parecer Stalin atribuyó equivocadamente al Vaticano.
Había que detenerse, como yo lo hice, a leer uno por uno los 156 mensajes de lectores recibidos el lunes día 10 por el diario francés “Le Monde”, parangón de seriedad y de buen hacer periodístico. Todos estaban dedicados a comentar el resultado del partido del domingo y la expulsión de Zidane a causa del cabezazo que le propinó al defensor italiano Materazzi . (Según una encuesta de última hora, 61 % de franceses condenaron el gesto, pero aprobaron su reacción ante los insultos). Algunos lectores, pocos, lamentaban que, en vez del pecho, Zidane no hubiese apuntado a la cabeza o a los genitales... Pero todos se mostraban decepcionados porque su héroe no pudo acabar su carrera “en beauté” y hubiese facilitado con su expulsión la victoria (por penaltys) de los italianos... Transcribo algunas frases extraídas de esos mensajes: - “¿Cómo vamos a explicar ahora a los jóvenes de las “banlieues” (los barrios conflictivos de la periferia de las ciudades francesas ) que no hay que vengarse dando cabezazos?”. - “... el fútbol, el deporte más corrompido de todo el planeta”. - “Los chovinistas le darán la razón a su ídolo. Y los “tifosi” italianos harán lo mismo. La prensa sensacionalista venderá más períodicos que nunca. ¡Vaya ejemplo para la juventud de los barrios desfavorecidos¡”. - “Zidane era una referencia moral para todos los que ya no creíamos en la política, la justicia y la religión”. - Es un héroe, no un dios. Eso a mí me tranquiliza. Yo te saludo, hijo de la nación francesa”. - “Nosotros, emigrantes, somos franceses si ganamos el Mundial. Pero quinze días después, Chirac, Sarkozy y toda su banda, nos olvidan”. - “La camiseta azul del equipo de Francia vale 65 euros. Es un rackett”. - “Soy un niño de 9 años. Zidane ha luchado a favor de los niños discapacitados. También le queremos por eso”. - “Presencié el partido con mi hijo pequeño. El hasta ahora futbolista impecable nos dió a los dos un mal ejemplo”
UN CABEZAZO ANUNCIADO
Hoy, Zidane es un personaje, si no de cuento de hadas sí de cuento moderno...Parecido a una de esas máquinas que, bien engrasadas y sabiamente agitadas, dejan caer un chorro inininterrumpido de billetes y monedas.
Hijo de emigrantes argelinos oriundos de la Cabilia, Zizou es el protagonista de una auténtica “love story”, un ejemplo de integración en un país que tiene grandes dificultades para hacer creer a los jóvenes procedentes de la emigración, nacidos como él en uno de esos barrios, que sus derechos y deberes son los mismos que los de todos los franceses. La otra cara de la moneda de su imagen nos la reveló un periodista que ha visitado recientemente “La Castellane”, el barrio situado a proximidad del “Vieux Port” de Marsella donde nació nuestra “vedette”. Al parecer sus habitantes se quejaron a él de que nunca recibían la visita de su ídolo. Y de que, pese a sus demandas, no accedió a financiar la construcción de un terreno de fútbol para los jóvenes.
...La verdad es que Zidane y sus promotores, los responsables de su imagen y su carrera, manejan otros proyectos. En vez de solidarizarse con esa juventud desasistida y olvidada (otros jugadores del equipo de Francia, como Thuram, lo han hecho), “Zizou” prefiere dedicar sus ratos libres a practicar la caridad a nivel planetario: junto a su amigo el brasileño Ronaldo participa, como embajador de la ONU, en un programa de “lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo”. Si añadimos por otra parte, para completar este retrato, que posee una fama de hombre discreto y modesto, de buen esposo amante de sus hijos y que ha declarado que cuando acabe su carrera piensa dedicarse en el Real Madrid a formar niños, concluiremos que tiene el perfil ideal del ex futbolista capaz de negociar, dentro y fuera de los estadios, sustanciosos contratos publicitarios. Su imagen es ya , y seguirá siéndolo, una mina de oro para él, pero también para las marcas y multinacionales que lo patrocinan (y que, generosamente, según las últimas noticias, declararon que lo seguirán apoyando...a pesar del cabezazo). Entre esos patrocinadores figura una compañía de Seguros, “GENERALI”, con la que ha firmado un contrato de tres años y una operadora de telefonía francesa, “ORANGE” que le ha garantizado un primer contrato de un año por la modesta suma de 150.000 euros (que vendrán a añadirse a sus ingresos anuales, estimados en 15 millones de euros).
No valdría la pena buscarle las vueltas y los entresijos a ese maravilloso futbolista, que ha declarado “que lo siente por los niños, pero que no se arrepiente de su acto”, (Materazzi, que lo ha negado, insultó a su madre y a su hermana y hasta le trató de “terrorista árabe”) si no fuese por el interés de saber lo que se esconde detrás de una de esas figuras que, en fin de cuentas, tienen más que ver con el “show-business” que con el deporte propiamente dicho. Una estrella reluciente, sí ... pero una estrella del mundo mercantil, que, además de virtuoso del balón redondo, es un modelo de lujo de la casa “CHRISTIAN DIOR” y enseña de “PRICE”, leader en la distribución y la venta de alimentos para presupuestos modestos.
...Un último rasgo, cuidadosamente silenciado, de su personalidad. El cabezazo propinado a Materazzi, no ha sido – cuentan ahora los períodicos – ni el primero ni el último. Zidane tiene detrás de él una larga historia de violencias en el juego y de expulsiones (doce nada menos, tanto en los terrenos de fútbol de Francia, como en los de Italia... y de España donde, al parecer, hirió gravemente al portero del Betis, Toni). Su especialidad, valga la redundancia, es el cabezazo a la cabeza. Prueba inequívoca de que el hijo y nieto de emigrantes, el antiguo “banlieusard”, no ha olvidado del todo las reglas crudas que, a veces, rigen la vida de esos barrios.
¿POR QUÉ SEGUIR COMIENDO MIERDA?
Hemos intentado mostrar como detrás de “la ética y la estética” de un artista del balón redondo, se esconden poderosos intereses que poco o nada tienen que ver con la práctica de ese deporte. Zidane es un espejuelo brillante, su juego un regalo para la vista, además de un signo y un símbolo. Todo eso a la vez. Pero es también una mercancía generadora de sustanciosas plusvalías para él y para sus promotores. Lejos, muy lejos (demos paso a la nostalgia), del disfrute y del simple placer que representaba el poder dar patadas a un balón en un parque, un escampado o en la playa. O viendo jugar, en un estadio destartalado, al equipo de nuestro barrio o de nuestra comunidad.
Concluyamos: los amos del mundo, con nuestro beneplácito - en este caso el amor colectivo a un juego, el fútbol - se han apoderado de nuestras emociones, las han secuestrado y las han hecho fructificar en beneficio propio. Lamentamos hipocritamente que Zidane, ese maravilloso icono, haya cedido a sus instintos primarios y se haya comportado como un golfo. No hacemos muecas de disgusto... Le criticamos a regañadientes, pero en el fondo queremos seguir difrutando de lo que nos proponen nuestros dueños... Sin pensar en el tufo que se desprende de esa mercancía. (Véase el escándalo de los partidos amañados en Italia con participación de las altas autoridades y de los futbolistas más famosos). Como en la película “Saló, o los 120 días de Sodoma”, de Pier Paolo Pasolini.... Pero a diferencia de los pobres púberes secuestrados por un puñado de gerifaltes fascistas que ejercen sobre sus cuerpos y almas una serie de perversiones y de torturas, entre ellas la de obligarles a comer mierda, nosotros cerramos los ojos, nos lamentamos y saboreamos en silencio. (l)
(l) - Zidane ha sido designado “Balón de oro”, mejor jugador del Mundial, por la prensa deportiva y la FIFA. - Unos jóvenes franceses que compusieron una canción con ritmo caribeño a la gloria del famoso cabezazo (“Zidane, il a frappé¡”, ) podrían recibir hasta 100.000 euros por parte de varias companías discográficas. - Se rumorea que Zidane podría recibir en el mes de septiembre el premio “Príncipe de Asturias” al Deporte.
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